Cuando uno habla de Nelson Mandela hay que ponerse de pie y quitarse el sombrero.
Durante su juventud padeció las duras leyes del Apartheid, el terrible régimen de segregación racial que determinaba que la población negra en Sudáfrica no tenía derechos y debía vivir bajo una opresión.
Mandela pasó 27 años en la cárcel acusado de intentar derrocar al gobierno de minoría blanca.
Durante todo ese tiempo privado de su libertad fue objeto de múltiples abusos y vejaciones día tras día por parte del guardia que lo custodiaba, el cual, entre otras cosas, le tiraba la comida al ´piso y se orinaba en su celda.
Cuando recupera su libertad para convertirse en Presidente de Sudáfrica, Mandela pide que localicen al guardia que se había propasado con él y lo inviten a su toma de protesta.
Invita también a cenar al Fiscal que lo había recluido en prisión.
Al enterarse de ello los periodistas le preguntan: “señor Presidente, “¿Por qué siendo usted el hombre más poderoso del País no se venga de los que tanto daño le han hecho?”.
Mandela contestó: “Si yo alojara odio, rencor o venganza en mi alma y en mi corazón, sería como continuar preso.”
Algunas personas, sin darse cuenta, continúan presas. Se molestan por cualquier cosa, ofenden al que se les atraviesa y faltan al respeto a cuál más.
Creo que deben aprender a perdonar…
Si es que queremos vivir en libertad.